Más que un cuaderno es un desahogo.
Egoísta.
¿Cómo decirlo? Soy egoísta... Encima, estoy loca. No tengo razones, de nada. Cuando ya aclaro todo, porque todo ya está claro ahora, algo, una nube negra ensucia mi alma... ¿Qué clase de cosas son esas? ¿Qué pasó con aquella determinación que tan arraigada tenía? No tengo idea. Pero sé, muy dentro de mí, que conozco las respuestas a todo. El problema es que no quiero confesarlas solo porque no quiero perder algunas otras cosas. Es de egoísta, totalmente...
Pero no sé, las cosas vienen a mí de manera inesperada debo decir, me sorprenden en cierto punto... Pero ya conozco todas esas cosas... así que no son buenas sorpresas.
Dejo de dar vueltas.
viernes 28 de agosto de 2009
Hay un momento, en el que estás caminando, cuando se detiene el tiempo, cuando te sentís flotar, cuando caminas con lentitud y te das cuenta que el mundo es malditamente enorme para alguien tan pequeño.
Yo solo...
Yo pienso en vos, y sólo quiero tu felicidad.
Yo sólo quiero siempre me hables como hacés ahora.
Yo sólo quiero que me hagas sonreír como hacés ahora.
Yo sé que vos eso, me lo dás y me lo darás siempre.
lunes 8 de junio de 2009
Silencio...
Silencios...
¡Calláte! Vamos despacio, para encontrarnos...
Hoy estoy sensible, como cualquier día. Hoy estoy rota, pero me estoy armando a mí misma, sin ayuda de nadie.
¡Calláte! No quiero escucharte. Siempre decis lo mismo.
Algo que nunca sentiste...
Sos el paisaje más soñado, y sacudiste las más sordidas tristezas y respondiste cada vez que te he llamado. El tiempo es arena en tus manos, lago en el cielo, es mi regalo para olvidar lo que hiciste, algo que nunca sentiste...
2/02/09
Es inutil pensar que algo podría provenir de tus labios.
-Te quiero...- las olas mataban el silencio pero de manera silenciosa.
-No digas estas cosas que te arrepientes después...- miraba mis pies y era como si flotara, era una sensación parecida.
-Te quiero...- ví sus ojos entornados, me matas. Tu aliento, tu voz, todo vos me paraliza, lo peor es que lo sabes.
Estaba viendo como en una película, me veía a mí, veía mi cara, mi pelo sobre mis hombros y mi boca entre abierta como buscando el aire que de mis pulmones escapaba. Sentí sus manos, sus preciosas manos. Sentí su pelo, su hermoso pelo castaño que adoraba despeinar mientras él dormía sobre mi regazo. Y lo peor, sus labios no tenían nada, estaban rotos y a la vez yo los sentía sanos junto a los míos...
Lo que me sorprendió es que él no estaba más conmigo, no estaba en mi corazón, solo estaba en mi mente y estaban esas sensaciones alocadas que él me despertaba, esas ganas de llorar, de cantar, de escribirle cosas... Aunque nunca supe que era lo que tenía, lleváme al paraíso de tu cama.
26/12/08
Entonces Rapunzel se pinchó el dedo antes de peinar su larga cabellera...Hoy sería el día: el príncipe encantado la vendría a rescatar para llevarsela lejos, muy lejos y hacerla felíz para siempre... Pero ahora que ella estaba en el piso de su torre sin reaccionar, nada podría pasar... Cuando el príncipe llamó a su ventana, nadie apareció; Rapunzel dormía bajo los efectos de alguna posión. Lágrimas gotearon de los ojos de cristal del príncipe que no pudo soportar el dolor de ser olvidado por su amada princesa. Con la cabeza gacha, caminó hacia el corsel imponente de color márfil y le acarició las crines...
-Ella... ¿Todo terminó?
El pobre príncipe montó a su corcel quien relinchó para poder consolarlo aunque sea un poco. El joven observó a la torre oscura que encerraba todos sus sueños en una sola mujer, frunció el ceño y azotó fuertemente la espalda de su corsel para que este comenzara a trotar. Se prometió nunca más llorar por su princesa y dejó el bosque sin más...
En aquellos sueños macabros, Rapunzel caía en el abismo de algo que ella desconocía. La psicodelia de todo lo que veía era extraña, como si otro mundo se presentara ante ella... Un dolor en el pecho, algo punzante que le sangró en el corazón.
De un suspiro su alma regresó. Su pecho tuvo un espasmo dentro del apretado corset; sus labios estaban secos y agrietados y a su lengua le faltaba saliva. Poco conocía ella esas sensaciones... Sus dedos sintieron algo húmedo, su pelo estaba suelto y libre. Abrió los ojos y pestaneó para intentar ver algo. Un bosque, diferente porque este era verde, verde como nunca había visto, un verde húmedo, mojado.
Plantas enormes, flores, vegetación, hierba entre sus dedos... ¡Todo era tan extraño y a la vez tan mágico! En su vida había estado lejos de la torre y menos en un lugar tan lleno de vida... Lleno de vida... ¡El príncipe encantado! ¿Dónde es que estaba él? No había venido esta vez, ¿quizás? Un sentimiento pugnaba en su pecho... Era algo extraño, como depresión o como liberación... El aire innundaba sus pulmones, le devolvía la vida totalmente, era como si el dolor allí no existiera, como si la soledad de estar acompañada fuera soltada. Ella era libre entre aquel verde primavera... La noche oscura, el cielo sin una estrella... No necesitaba soñar con alguna estrella, ella ya no necesitaba ni dependía del príncipe... Podía oler el verde... El sabor del rocio que bañaba su cabello tremendamente largo, el sabor de la frescura del agua de mañana en sus tiernos labios... Ella estaba felíz.
-Tal vez ese es el precio de perder un amor...- balbuceó. -No he perdido nada, lo he ganado todo.
Rapunzel.